Hace unas semanas salió a luz pública el caso de un usuario en Noruega quien reportó en blogs que el contenido que tenía en su Kindle fue borrado remotamente por Amazon sin advertencia o explicación. El usuario fue informado por un ejecutivo que su cuenta había sido cerrada, al igual que todo el contenido y acceso a su cuenta se habían perdido, pero por varias semanas no fue informado del motivo ni tuvo alguna explicación.
De acuerdo a los términos de uso y servicio de la tienda Kindle de Amazon, “El contenido de Kindle es distribuido por medio de una licencia, no vendido”, lo cual, en varias situaciones, puede servir como un amable recordatorio del cambio en la manera en que tenemos control sobre el contenido que pagamos en línea.
Si bien nunca nos ha pasado que una editorial llegue a nuestra casa a vaciar nuestro librero sin explicación, argumentando que hubo un problema con la facturación y que no tendremos acceso a ellos por un periodo indefinido de tiempo, lo que le pasó al usuario Noruego fue un equivalente un tanto más moderno.
Habrá que entender de una manera más profunda los derechos y obligaciones que adquirimos al pagar por este tipo de contenido en línea, y por igual preguntarnos si estas licencias afectan nuestro uso como consumidores latinoamericanos, ya que en su mayoría, el contenido proviene de otros países.
Tanto los distribuidores como las editoriales estadounidenses se han esforzado los últimos años en remover derechos que solíamos tener cuando los libros nos pertenecían físicamente, como el derecho de revender y/o prestarlos a quien quisiéramos, cuando quisiéramos. Estos derechos no existen más en un entorno digital, por lo cual es evidente y mejor el pensar en la compra de un eBook como un acuerdo para tener un acceso indefinido de renta (a menos que el distribuidor decida revocar el acceso al usuario de un momento a otro).
Semanas después, la cuenta del usuario Noruego fue restablecida, pero ¿cómo podemos asegurar que es el único caso de este tipo que no ha adquirido relevancia mediática?