En estos días me he preguntado si la tecnología que nos rodea y la forma en que ha modelado nuestro estilo de vida en realidad podría llamársele futuro.
Nosotros queríamos autos voladores y nos dieron 140 caracteres, queríamos más y mejores vías de transporte y nos dieron más carriles en los que nuestros autos viajan a la misma velocidad que una carreta tirada por caballos. Me inquieta un poco que los modelos que establecimos hayan sido los equivocados. Que las escuelas, el gobierno y nuestra cultura nos estén convenciendo de que el futuro está en frente de una pantalla.
No quiero que se confunda con resentimiento, poco tiempo tendrán que pasar conmigo para darse cuenta que soy una persona que gusta de estos avances. Me preocupa que hace cincuenta años se haya vendido la idea de una tecnología que nos quitaría el trabajo de las manos y en realidad lo haya convertido en algo que nos acompaña a todas partes. Que olvidemos que nuestras mentes, a comparación de una computadora, piensan por medio de ideas y no con datos lineales. Que los algoritmos que indagan en inmensas bases de datos aún están muy lejos de detectar el sarcasmo en ‘me muero de hambre’ o ‘mataría por una hamburguesa’. Que sobrevaloremos el estar todo el tiempo conectados y que estemos perdiendo la capacidad de hacernos preguntas en el camino.
Dudo que si alguien de los años cincuenta viajara a nuestra época no se sintiera confundido respecto a lo que creemos esencial, a nuestra idea del futuro. Seguramente le tomaría tiempo evaluar cuál presente es el que prefiere.
Si seguimos convencidos de que lo que estamos viviendo es el futuro será en parte por que nos vendieron muy barata la idea y por que aceptamos que más adelante las cosas no mejorarán y que para vivir en el ‘futuro’ no habrá que mirar un poco más adelante. Acepto los beneficios que se me han dado, pero estoy inconforme con los modelos que los acompañan. No creo que siempre más grande, más fuerte, más pequeño, más y más sea siempre la respuesta. Tenemos que pensar qué nos llevará adelante antes del cómo llegaremos ahí.