El ‘tener’ un libro digital es algo etéreo, abstracto y a veces confuso. La falta de límites nos obliga a plantear una nueva estrategia de lectura y costumbres de consumo. Si bien el ambiente cambia para un lector, también debe cambiar para quien las escribe.
Hace unos días un amigo me preguntaba sobre maneras de publicar sus escritos en línea. Cómo lograr una audiencia, cómo medir su impacto. Cómo publicar tu trabajo en línea y no morir de hambre en el intento. No pude más que soltar un suspiro.
Cuando nosotros trabajamos en un texto por un largo periodo de tiempo, esperamos que pueda vivir entre los lectores, que capte su atención y podamos llevarlo a otros niveles. Pero no es tan sencillo cuando se trata de soltar el trabajo de un mes en línea, donde la gente lo robará, lo copiará, lo mutilará, lo convertirá en tuits, lo compartirá, lo ignorará, en fin, lo convertirá en lo que le convenga. Es algo extraño el saber que tanto trabajo cabe en una memoria USB o en una ‘nube’, esa falta de materialidad puede resultar algo confusa para nuestra mente. Ya no llega ese momento en que tomamos la versión final de nuestro trabajo en nuestras manos, podemos sentir su peso, podemos tocar sus bordes y saber que ya está, que existe en nuestro mundo.
Ahora bien, esta experiencia no debe ser del todo traumática. El aspecto social del internet puede hacer que un futuro escritor tenga el apoyo de toda una comunidad. Existen páginas como Wattpad en las que uno va escribiendo progresivamente una historia y recibe retroalimentación directa de cientos de lectores/escritores en línea. Las historias existen, la gente sigue escribiendo. Habrá que convertir estos foros en herramientas valiosas para la gente con buenas historias.