Tal vez ya sabes de la existencia de algo llamado Google Glass. Si no, te recomiendo que visites su sitio para que entiendas la visión romántica que nos ofrece y luego puedas entender por qué me niego a portar una computadora en mi visión todo el tiempo.
Hay que entender que la ‘realidad aumentada’ (que por lo general se refiere a algo menos interesante como poner gráficos y texto encima de nuestra visión obstruyéndola en vez de mejorarla) no nos hará más inteligentes. Saul Wurman expresó algo similar, si los datos se nos presentan de una forma desordenada (y en este caso constante) nos causará más ansiedad que beneficios. Habrá que mejorar la interfaz y la visualización de información, debemos entender cómo nuestro cuerpo interactúa naturalmente con información antes de causarnos daños irreversibles. Al parecer no es suficiente que internet nos acose desde nuestro bolsillo y ahora queremos verlo todo el tiempo. Este no es el futuro que yo quiero.
Por el momento es importante saber de personas que llevan bastante tiempo utilizando dispositivos similares o incluso mejores que lo que nos ofrecerá Google. Steve Mann habla del problema de visualizar información a través de un solo ojo en un punto fijo separado a la visión normal; problema que quien usa constantemente el visor de cámaras para enfocar entiende: ambos ojos se enfocan a diferentes distancias y puntos, causando tensión en la vista y modificaciones importantes en la forma en que el cerebro entiende lo que ve. Neil Harbisson puede escuchar colores a pesar de no poder verlos y defiende la idea de hacer ‘aplicaciones que aprovechen nuestro cuerpo’ mejorando nuestra capacidad. Tanto Mann como Harbisson son capaces de captar la luz infrarroja, permitiendo ver rastros de calor y cosas que no entenderíamos.
Sin duda Google Glass aún tiene un largo camino antes de poder considerarse algo cotidiano.